Las obras de arte mejoran con el tiempo. El paso de los años otorga a pinturas y esculturas una madurez que sorprende incluso a los profanos en la materia. Sin embargo, la historia no transcurre sin dejar factura. No en vano, los materiales son caducos. Es el momento del restaurador o conservador, que con suma delicadeza lucha contra décadas, quizá siglos. La obra debe perdurar durante el mayor tiempo posible.
Esta batalla contra lo perecedero tiene su máxima expresión en la cocina y, en especial, en las creaciones de la gastronomía moderna, donde la imaginación es un pueblo en armas contra la rutina. Las nuevas creaciones demandan el tacto de un paciente conservador y la inquietud de un innovador atrevido. Cualquiera puede pensar que este terreno está abonado exclusivamente para especialistas, pero si algo tiene la gastronomía moderna es la posibilidad de dejar que el aficionado novel pueda trabajar sus creaciones. Es el terreno en el que Orogourmet se convierte en fiel aliado. Nuestro último producto es el mejor ejemplo. Hemos lanzado un estuche delicatessen que incluye cuatro hojas de oro comestible, 40 mg de copos de oro comestible y un pincel para su aplicación.
A ojos de un desconocedor de las posibilidades y aplicación del oro comestible, la propuesta puede parecer exclusiva para grandes chefs. Nada más lejos de la realidad. El estuche está pensado para gastrónomos que se aplican o hacen sus primeras creaciones. Las hojas de oro, como si estuvieran en manos de un paciente conservador, suponen un ingrediente atemporal. Los copos, por su parte, son una propuesta de fantasía, un caos ordenado en medio de una delicia.
El estuche es un excelente regalo para el cocinero moderno o incluso el artista que todos llevamos dentro. Hablamos de hacer pequeñas obras de arte en, quizá, poco tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Conversamos? Comenta mi artículo.
Expresa tus experiencias y creaciones culinarias con el oro y la plata comestible.