La revista Forbes acostumbra a elaborar unos minuciosos rankings en los que disecciona las mayores fortunas en distintos ámbitos y sectores. Sus listas han favorecido la aparición de todo un género periodístico en el que las clasificaciones del lujo acaparan el protagonismo. Se investiga y pone valor a los más preciados objetos, propiedades e incluso comestibles. En muchos de estos casos, el oro y la plata comestible son ingredientes imprescindibles.
No hizo falta recordárselo a Olivier Dubreuil y Johann Springisfeld, chefs del hotel Palazzo de Las Vegas. Habituados a públicos exigentes y con el atrevimiento necesario para pagar por lo singular, elaboran el cupcake más caro del mundo, el denominado Decadence D’Or.
Para los neófitos, un cupcake es una magdalena especial, también conocida como pastel de taza o tartaleta. En el caso de este pastel elaborado en el corazón de los casinos, el precio -Decadence D’Or está a la venta por 750 dólares (unos 570 euros)-, puede ser lo más llamativo. Sin embargo, las claves de su éxito residen en la exclusividad de sus ingredientes. Son los siguientes:
- Coñac Louis XIII de Rémy Martin. Es el coñac más caro del mundo, elaborado con uvas de Grande Champagne. Es un ‘blended coñac’ de otros coñacs con un mínimo de 40 años de envejecimiento.
- Chocolate Palmira. El Decadence D’Or se elabora con una variedad de cacao (Porcellana) redescubierta en 2004 en Venezuela por Valrhona.
- Caviar de vainilla. Cultivado de forma artesanal en Tahití.
- Oro comestible. Sin duda, el protagonista de los postres más lujosos de la repostería moderna.
Actualización (Octubre 2013): Un nuevo 'rival' para el Decadence D'Or
Imágenes: Bakers and Artists, Luxuo.
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