Atención. ¡Tenemos exclusiva! Nos la cuenta nuestro ‘paparazzo’
en la alfombra roja. Es uno de los secretos mejor guardados de la última
ceremonia de los Oscar. Se trata del motivo por el que todo el mundo estaba feliz.
Sí, lo sabemos. ¿Quizá la
varita mágica de la bruja buena trabajó horas extra para conseguirlo?
Puede, pero no. ¿Quizá la hiperpositiva canción
de Pharrell Williams les ayudó a levitar? No, no, parece que no. Umm…,
¿también podría ser algún ingrediente secreto en la famosa pizza? Si no,
no se explica lo del selfie.
Bueno, la pista no es mala porque se trata de un secreto culinario.
Sabemos de primera mano que entre los invitados uno de los
eventos más apreciados no es la gala en sí, sino las fiestas posteriores en las
que se desata la locura. Este año ha habido tortas por asistir a la GovernorsBall, una celebración a la que se invitó a 1.500 celebridades y ejecutivos de
la industria del cine. La cita, que contó incluso con un concierto privado de
John Legend, tuvo lugar en el Ray Dolby Ballroom de Los Ángeles. Desde hace dos
décadas, la estrella de la Governors Ball no es ningún actor, ni ninguna
rutilante estrella. El hombre más alabado de la noche es Wolfgang Puck. ¿Que
quién es? Uno de los chefs más solicitados entre las estrellas de Hollywood.
Este año, con la inestimable colaboración de 350 ayudantes, elaboró un cóctel
con 7.000 gambas, 1.300 ostras, carne de Kobe y trufas francesas, entre otras
delicias, todas ellas regadas por 1.300 botellas de champán. En total, 50
creaciones originales.
Según nos cuenta nuestro ‘paparazzo’, Puck consiguió que
todos los asistentes salieran con una sonrisa en los labios, independientemente
de si fueron galardonados o no. ¿Por qué? Logró que todo el mundo se llevara
una estatuilla. ¿Cómo? Todos ganaron en la noche de los Oscar. El chef
austríaco elaboró 5.000 pequeños ‘oscar’ de chocolate que dispuso en la mesa de
postres de la Governors Ball. En este caso, sí que había un ingrediente
secreto: el oro comestible. El equipo de cocina utilizó hasta cuatro kilos de
oro comestible para dar el toque definitivo a la preciada estatuilla. Nos
preguntamos si el año que viene, en lugar del pizzero, quizá llamen a algún
maestro chocolatero. Seguro que el oro comestible es protagonista. Apostamos
por ello.
Imágenes: Los Angeles Times
Imágenes: Los Angeles Times
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