En ese afán de seguir compartiendo, en el blog Oro Comestible os contamos distintas aplicaciones de los metales comestibles en gastronomía. Habitualmente se concibe el uso tanto del oro como de la plata comestible como una acción exclusivamente reservada al lujo. No es descabellado. En estas líneas os hemos mostrado platos, postres, espirituosos…, que ostentan récords Guinness en sus respectivas categorías por ser los más caros del mundo. Sin embargo, el oro comestible tiene una larga trayectoria en la cocina doméstica. Sí, en los fogones de los chef que llevamos dentro. De hecho, os hemos mostrado distintas recetas que amigos, colaboradores y seguidores nos pasan habitualmente. Por ejemplo, el Cake de Oro en Tarro o el Milhojas Gehry. Creo que esto nos lleva a una conclusión que siempre hemos defendido en Orogourmet. La Edad de Oro de la gastronomía lleva consigo la democratización de la cocina de lujo. En esto, como no podía ser de otra forma, tienen mucho que ver las redes sociales.
Esa democratización también ha llegado a la barra de bares y cafeterías. El oro comestible puede disfrutarse en platos, sándwiches e incluso pinchos sin necesidad de pagar precios que supongan un nuevo récord. Es el caso de la colaboración que han establecido en Chicago el restaurante Deca con el bar del hotel Ritz de la misma ciudad. Ambos establecimientos querían realizar una preparación original para el Mes del Queso a la Parrilla (National Grilled Cheese Month). Buscaban lujo y, a la vez, una oferta accesible no solo para magnates. El límite eran cien dólares –unos 73 euros-. Así nació el Zillion Dollar Grilled Cheese. Para entendernos, es una ‘tosta’ de queso fundido. La idea es pura artesanía. El sándwich incluye auténticas delicias como queso cheddar gran reserva –dicen que tiene 40 años-, jamón ibérico, tomates regados con vinagre balsámico, virutas de trufa de Oregón y… cobertura con láminas de oro comestible. La propuesta no ha pasado inadvertida y ha generado todo tipo de comentarios en la prensa local. El atrevimiento de los cocineros de Chicago nos lleva a invitar a bares y cafeterías locales a trabajar pinchos y tapas con oro comestible. De hecho, ya os hemos presentado algunas ideas en el blog. Como veis, no hace falta estar en el Libro Guinness. Con llegar al corazón de los clientes nos conformamos, que no es poco.
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